– La lluvia… ¿recuerdas la lluvia?
– Sí. Esa sensación de cosquilleo que sentía en las hojas cuando caían las gotas.
– El viento… ¿recuerdas el viento?
– Sí. Y cómo movíamos las ramas bailando a su ritmo.
– Y el sol… ¿recuerdas el sol?
– El sol? El sol? No… no lo recuerdo. ¿Qué era el sol?
– Era el calor y la luz, pero iba y venía, como si algo le impidiera llegar hasta nosotros… normalmente se iba antes de la lluvia.
– Pues no lo recuerdo… debía ser hace mucho tiempo.
– Mucho tiempo, sí.
El hombre suspiró. Le gustaría imaginar cómo sería una conversación entre árboles. Entre los dos Árboles. Los últimos que quedaban: la contaminación y el cambio climático habían acabado con todos menos con esos dos.
Lo sacó de su ensueño un golpecito en el hombro. Por fin.
– Señor – dijo el ayudante -, ya tenemos los resultados.
– ¿Y?
– Según los datos que hemos encontrado en los archivos, ambos son machos.
Sin decir nada, el hombre se acercó al árbol más viejo, y apoyó su frente en él.
– ¿Llueve? – dijo el árbol.
– No, ¿por?
– Acaba de caerme una gota en las raíces.